«A mí y a mi familia nadie nos va a mover de esta zona, crecimos y vivimos aquí. Es verdad que de tiempo en tiempo somos inundados por el río, pero esta es mi casa y no la voy a abandonar”
Damnificado por el desborde del río Hauycoloro
Cuando en una entrevista por la televisión peruana a raíz de las inundaciones producidas en la zona norte del país, se escuchan repetidamente los mismos argumentos de varias familias que se niegan a abandonar las riveras y los causes de los ríos donde viven nos preguntamos la razón. No podemos entender por qué continuamente después de cada inundación vuelven a asentarse y reconstruir sus viviendas exactamente en el mismo lugar, ignorando las advertencias. Las razones simplistas son que la gente no quiere entender, que hay ignorancia y hasta necedad, pero nos debemos preguntar si no existen otras razones racionales, sociológicas o culturales que nos puedan ayudar a explicar estas decisiones.
Ortwin Renn en el libro Procesos Participatorios para el Manejo de Recursos Naturales menciona que “vivimos en una sociedad pluralista con diferentes sistemas de valores y visiones del mundo. Por eso elegir entre diferentes y válidos cursos de acción es prácticamente imposible”. En ese sentido esas diferentes formas de ver el mundo pueden explicar parte de la aparente contradicción, que las personas vean en ese pedazo de tierra parte de su propia historia y que la constante lucha con la naturaleza sea una característica más de esa relación dura pero no por eso menos intensa. Después de todo qué es la vida sino luchar contra la adversidad permanentemente y tener éxito.
Las autoridades locales también juegan su rol porque en algunos casos dan facilidades e incentivan la ocupación de esas tierras como pago por lealtades electorales. Ellas actúan sin el menor remordimiento ni previsión de las tragedias que saben se volverán a repetir cada determinado número de años, llevándose consigo las ilusiones de la gente pero también reiniciando esa dependencia nociva. Definitivamente hay responsabilidades que deben asumirse.
Mayor educación y prevención son urgentes pero no tratados como paliativos sino como estrategias de largo plazo que en una o dos generaciones permitirán a los hijos de estas personas decidir por el bien de sus familias migrar a otras zonas alejadas de los ríos. Estos ríos que curiosamente hasta en sus nombres parecen advertirnos del peligro que traen consigo si uno se acerca mucho. Es irónico ser arrasado por un “huayco” y perderlo todo cuando he decidido construir mi vivienda a orillas del río “huaycoloro”.
El Perú y nuestros países de la región latinoamericana están compuestos por personas con diferentes realidades y visiones del mundo, donde en cada pueblo y villa podemos encontrarnos con un Macondo y muchos Aureliano Buendía. No es casualidad que Cien Años de Soledad de García Marquez sea una de las obras ícono de la literatura regional. Habitamos una tierra abundante en mitos sociales y donde la realidad a veces supera a la ficción. Debemos tener en ese sentido una mirada amplia y despejada de prejuicios racionales, moralistas o culturales que nos permitan analizar estas realidades desde diferentes perspectivas.