Hace dos semanas publiqué en mi columna de RPP un artículo sobre el éxodo de los jóvenes peruanos que deciden hacer estudios universitarios fuera del país (*) y cuyo número ha aumentado significativamente en los últimos años, lo que manifesté que constituiría “un problema importante que podría condicionar aún más nuestra viabilidad y desarrollo como país en un futuro más cercano del que pensamos”. Finalicé ese artículo haciendo un llamado al estado, a los empresarios, a las universidades y a la sociedad civil en general para repensar este problema y buscar soluciones.
Este artículo suscitó muchos comentarios y reacciones entre padres de familia que actualmente viven esta experiencia con sus hijos, así como también de personas en general que tuvieron una opinión al respecto. Después de releer lo que escribí, pensé que, aunque había tratado de cubrir la mayoría de las aristas de este tema complejo, había olvidado profundizar sobre la opinión del principal actor de la historia de su vida, el joven que decide emigrar. En ese sentido, aspiro a tratar de tener una aproximación de lo que podría ser su opinión y a su vez de lo que creo que podría pasar por la cabeza de un muchacho o una muchacha que no duda o que de repente tiene algunas dudas y miedos, pero que a pesar de ellos está dispuesto a volar en el sentido real y también metafórico, para alcanzar sus sueños fuera del país.
Al pensar en nuestros hijos como padre y profesor universitario, al tratar de indagar en el pensamiento de ellos y las razones por las cuáles muchos de ellos desean tanto salir al extranjero, me viene a la mente la advertencia del poeta Kahlin Gibram, quien en boca del protagonista de su magistral obra El Profeta, nos hace esta advertencia, que trataré de matizar con algunos comentarios:
“Vuestros hijos no os pertenecen. Ellos son hijos e hijas de lo que la vida desea de sí misma. Nacen a través tuyo más no por ello de Ti. Y aun cuando estén contigo, no te pertenecen”
Nuestros hijos tienen su propia personalidad y en estos tiempos postpandemia están más empoderados que cuando teníamos su edad. La tecnología y la globalización ha contribuido a que su mundo sea mucho más grande y cercano del que nos tocó vivir a nosotros.
“Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos. Pues ellos piensan por sí mismos”
Aunque compartan algunas cosas con nosotros eso no significa que compartan nuestros pensamientos ni tengan la misma visión de la vida y el futuro. Por más que a veces nos empeñemos en directa o indirectamente tratar de definir o influir en sus pensamientos y decisiones, debemos entender que ellos finalmente deben decidir por ellos mismos. Están mejor preparados para decidir de lo que nosotros mismos creemos, a veces confiamos poco en su buen juicio.
“Puedes ofrecerles techo a sus cuerpos, pero no refugio a sus almas. Pues sus almas tienen albergue en la mansión del mañana y tu no podrás visitarla, ni en sueños”
Los acogemos al nacer, les damos cobijo y cariño, los vemos crecer físicamente, pero nos es imposible llegar a sus sueños más profundos, a sus anhelos del mañana. Mientras nosotros estamos concentrados en el día a día, en el hoy, ellos viven en el futuro y en sus propios sueños.
“Puedes esforzarlos a que sean ellos mismos, pero no busques que se parezcan a ti, pues la vida no vuelve sobre sus pasos ni se rezaga en los días pasados”
A veces queremos realizar nuestros propios sueños a través de ellos, sobre todo aquellos que no pudimos hacer realidad. Inconscientemente, quisiéramos que se parezcan a nosotros, nos cuesta reconocer que son diferentes y que en el mundo de hoy existen muchas más opciones de realizarse que cuando teníamos su edad.
“Tú eres el arco del que tu hijo, como flecha viviente, es disparado hacia el futuro. El Arquero toma como línea de mira el camino del infinito; él tiende el arco con toda su fuerza y sus flechas escapan con velocidad hasta perderse de vista. Y cuando la mano del Arquero te tense, deja que para ti sea el mayor placer; pues si Él ama la flecha que vuela, también ama el arco que no se estremece”
Entre los comentarios al artículo que les contaba líneas arriba, una persona aludió a la falta de oportunidades laborales en el país y a la inseguridad que se vive por aquí como razones por las cuáles los jóvenes deciden emigrar. Un amigo hacía alusión a la discriminación y racismo que aún subsisten en nuestra sociedad peruana y que es practicada incluso por algunos grupos que se autodefinen como educados, como una de las razones por las cuáles también los jóvenes habían decidido abandonar el país en busca de mejores sociedades, pero terminó su comentario con una referencia a sus dos hijos manifestando que no aceptaban esa realidad, que ya no viven en el país, y a quienes extrañaba con locura.
Ese final del comentario movió unos hilos emocionales en mi persona y por un momento me puse en la cabeza de un padre que ha visto a su hijo partir en busca de un futuro mejor, a quien extraña y añora, a quien sabe que está forjándose un futuro a fuerza de su propio esfuerzo, a quien seguramente va a costar esa adaptación, pero cuya experiencia ayudará a madurar, a quien simplemente extraña con locura.
Y quizás al final sea ese extrañar con locura lo que nos toca a los padres y por supuesto apoyarlos en lo que podamos, pero conscientes que ellos están viviendo su propia vida, forjando su historia, que quizás nunca más vuelvan del todo sino solo de visita. Al final, aludiendo nuevamente al poeta, “nuestros hijos no nos pertenecen. Son hijos e hijas de lo que la vida desea de sí misma”.
(*) https://rpp.pe/columnistas/oswaldomorales/exodo-de-jovenes-peruanos-repensar-el-futuro-del-pais-noticia-1496816
Our children do not belong to us. They are sons and daughters of what life desires of itself
Two weeks ago, I published in my RPP column an article about the exodus of young Peruvians who decide to study university abroad (*) and whose number has increased significantly in recent years, which I stated would constitute «a major problem that it could further condition our viability and development as a country in the nearer future than we think”. I ended that article calling on the state, businessmen, universities, and civil society in general to rethink this problem and find solutions.
This article aroused many comments and reactions among parents who are currently living this experience with their children, as well as from people in general who had an opinion about it. After rereading what I wrote, I thought that, although I had tried to cover most of the edges of this complex subject, I had forgotten to delve into the opinion of the main actor in his life story, the young man who decides to emigrate. In this sense, I aspire to try to have an approximation of what his opinion could be and, in turn, of what I think could go through the head of a boy or a girl who does not doubt or who suddenly has some doubts and fears, but that despite them he is willing to fly in the real and metaphorical sense, to achieve his dreams outside the country.
When thinking about our children as a father and a university professor, when trying to investigate their thinking and the reasons why so many of them want to go abroad so much, the warning of the poet Kahlin Gibram comes to mind, who in the mouth of the protagonist of his magisterial work The Prophet, gives us this warning, which I will try to qualify with some comments:
“Your children are not your children. They are the sons and daughters of Life’s longing for itself. They come through you but not from you, and though they are with you, yet they belong not to you”
Our children have their own personality and in these post-pandemic times they are more empowered than when we were their age. Technology and globalization have contributed to making your world much bigger and closer than the one we lived in.
“You may give them your love but not your thoughts, for they have their own thoughts”
Although they share some things with us, that does not mean that they share our thoughts or have the same vision of life and the future. As much as sometimes we directly or indirectly try to define or influence their thoughts and decisions, we must understand that they must ultimately decide for themselves. They are better prepared to decide than we ourselves believe, sometimes we do not trust their good judgment.
“You may house their bodies but not their souls, for their souls’ dwell in the house of tomorrow, which you cannot visit, not even in your dreams”
We welcome them at birth, we give them shelter and affection, we see them grow physically, but it is impossible for us to reach their deepest dreams, their desires for tomorrow. While we are focused on the day to day, today, they live in the future and in their own dreams.
“You may strive to be like them, but seek not to make them like you for life goes not backward nor tarries with yesterday”
Sometimes we want to make our own dreams come true through them, especially those that we couldn’t make come true. Unconsciously, we would like them to look like us, we find it difficult to recognize that they are different and that in today’s world there are many more options to fulfill themselves than when we were their age.
“You are the bows from which your children as living arrows are sent forth. The archer sees the mark upon the path of the infinite, and he bends you with his might that his arrows may go swift and far. Let your bending in the Archer’s hand be for gladness; for even as he loves the arrow that flies, so he loves also the bow that is stable”
Among the comments to the article that I told you about above, one person alluded to the lack of job opportunities in the country and the insecurity that exists here as reasons why young people decide to emigrate. A friend alluded to the discrimination and racism that persist in our Peruvian society and that is practiced even by some groups that define themselves as educated, as one of the reasons why young people had also decided to leave the country in search of better opportunities. societies, but ended his comment with a reference to his two sons, stating that they did not accept that reality, that they no longer live in the country, and whom he missed madly.
That end of the comment moved some emotional threads in my person and for a moment I put myself in the head of a father who has seen his son leave in search of a better future, whom he misses and longs for, who he knows is forging a future by dint of their own effort, for whom this adaptation will surely cost, but whose experience will help them mature, for whom they simply miss madly.
And perhaps in the end it is this madness of missing what we parents must do and of course support them in whatever way we can, but aware that they are living their own lives, forging their history, that they may never come back at all, just to visit. In the end, again alluding to the poet, “our children do not belong to us. They are sons and daughters of what life desires of itself”.
(*) https://rpp.pe/columnistas/oswaldomorales/exodo-de-jovenes-peruanos-repensar-el-futuro-del-pais-noticia-1496816