“Lo que la gente dice de ti será la métrica más importante en el futuro”
Shiv Singh
Hace unos días pudimos enterarnos en todo el Perú de la respuesta violenta y grosera que dio un señor que decidió pasarse una calle en sentido contrario a otro conductor, que tuvo la desdicha de increpar su conducta temeraria. El hecho que fue grabado con un teléfono móvil muestra cómo este individuo lanza lisuras, escupitajos y hasta amenaza al otro conductor con una pistola. Este video se viralizó en pocos minutos, siendo también rebotado en los medios de comunicación masivos.
Más allá de lo deplorable de la conducta hoy podemos asegurar que esta persona que tuvo un momento de descontrol está en boca de todas las personas y el daño reputacional en su caso es inconmensurable. La empresa donde era uno de los directores ha salido a manifestar públicamente que deplora su conducta y que tomará las acciones pertinentes, instituciones educativas y sociales que fueron mencionadas han salido rápidamente a deslindar vínculos con él. Este hombre de setenta años ha pasado en un minuto a convertirse en villano y ha recibido miles de calificativos y amenazas a su conducta a través de las redes sociales que me llevarían a pensar que ha tenido que cerrar sus cuentas.
La familia también será una víctima más de este linchamiento virtual porque la esposa, hijos, nietos y demás personas cercanas a él sufrirán los comentarios hirientes y agresivos. Una persona que es expuesta a la justicia de las redes sociales puede ver su mundo derrumbarse de un momento a otro, esa justicia que no tiene piedad y que también en algunas ocasiones puede convertirse en un instrumento de venganza.
Es innegable que hay muchos hechos de violencia e incluso delictivos que si no hubieran sido expuestos en las redes sociales se hubieran perdido por la inoperancia de nuestras autoridades judiciales o simplemente por la inexistencia de la justicia cuando las víctimas están desamparadas por carecer de recursos económicos o conexiones de poder. Casos de violaciones grupales como las producidas en España y México recientemente, violencia de género y hasta acoso sexual tienen gran impacto hoy en día en las redes sociales, pero también tenemos casos de empresas que quisieron abusar de sus consumidores o choferes bravucones que hicieron gala de violencia en la vía pública entre otros.
Los defensores de la idea que las redes sociales son el mejor instrumento que se ha creado para que los ciudadanos dicten justicia abogan por un ciberespacio libre y donde no haya responsabilidades que limiten el accionar de todo el mundo. ¿Pero qué pasa con todos los daños a la reputación producidos por hechos falsos? ¿Quién puede devolver la dignidad perdida después que tu nombre ha sido puesto en una vitrina global? ¿Quiénes responderán por las venganzas sin asidero? ¿Existe realmente una proporcionalidad entre el daño cometido y le repudio viralizado?
Existe ciertamente un gran riesgo en el uso de las redes sociales y hoy más que nunca podemos decir que está vigente el mensaje de Lope de Vega a través de su obra Fuenteovejuna. Esta obra describe como a pesar que el pueblo entero se había puesto de acuerdo en matar al Comendador Mayor de Calatrava por los abusos que cometía, cuando la autoridad preguntaba por el autor del asesinato siempre se repetía esta respuesta.
“¿Quién mató al Comendador?
Fuenteovejuna señor
¿Quién es Fuenteovejuna?
Todo el pueblo a una”
Cuando un mensaje acusador se viraliza es imposible detener la avalancha que se produce y muy rara vez se puede identificar responsabilidades individuales en ese mar de personas que participan del ajusticiamiento virtual. Estos casos de viralización en las redes sociales donde la justicia es tomada en nuestras manos nos deben invitar a una reflexión porque nos encontramos con un arma de repercusión social que puede destruir reputaciones en segundos además de otros posibles daños colaterales como amenazas personales, depresión e incluso casos de suicidio por bullying virtual.