“Las relaciones comunitarias son como un matrimonio. Es imposible evitar que aparezcan conflictos pero la clave está en saber gestionarlos a tiempo, buscando una sostenibilidad de futuro para la relación de pareja”
Oswaldo Morales Tristán
Las últimas semanas estamos siendo testigos en lenguaje de Netflix de una segunda temporada de la serie llamada Conga que paralizara el país hace pocos años. Aunque la esencia de la trama (conflicto social) es la misma, esperemos que el desenlace no se repita porque podría costarle al país y a los actores involucrados nuevamente una pérdida de millones de soles.
En el caso de Conga desde el inicio del proyecto se pudo apreciar problemas serios en el manejo de la relación con la comunidad que más adelante le costaría la paralización del mismo. En el caso de Las Bambas si existió un trabajo cuidadoso y un intento por hacer mejor las cosas a nivel de relaciones comunitarias por parte de la empresa Xstrata, primera empresa propietaria del proyecto.
Fueron experiencias justamente como las de Conga que animaron a la empresa Suiza Xstrata a realizar un cuidadoso plan de negociación con la comunidad relacionada al proyecto y donde también participó el Estado peruano. Las negociaciones y manejo de las relaciones se empezaron antes del inicio del proyecto y se cuidó de involucrar a todos los actores relevantes como Proinversión, gobiernos regionales, gobiernos locales, representantes de la comunidad entre otras personas e instituciones.
Siempre la meta fue tratar de ser transparente y llegar a una negociación donde todas las partes ganaran y en su momento esta relación fue considerada un caso de éxito. Por cierto no estuvo exenta de problemas pero siempre gestionándose con la mejor voluntad. Después de un tiempo la empresa Xstrata decide vender su proyecto a la empresa China MMG y empezaron los problemas mayores.
A los cambios en el Estudio de Impacto Ambiental que había sido ya aprobado se sumó un incumplimiento a uno de los puntos principales del acuerdo firmado entre la comunidad y Xstrata. La empresa china decide dejar de lado el mineroducto que transportaría los minerales extraídos y usar un sistema de camiones más económico y conveniente para ellos. El problema es que la comunidad no está de acuerdo con el cambio y después de los inconvenientes producidos por la masiva movilización de los camiones transportando minerales, se inician los primeros bloqueos. Posteriormente estos hechos son acompañados por el levantamiento de otras comunidades cercanas al área de influencia de la carretera usada para transportar el mineral.
Muchas veces en estos casos aparecen asesores que ven en los conflictos sociales oportunidades de lucrar y empiezan a incitar a la comunidad a actuar violentamente como medio de presión a las empresas mineras. Los dirigentes que se vieron beneficiados al inicio de la relación con buenas condiciones y una importante suma de dinero también encuentran en esta coyuntura una oportunidad de obtener más beneficios económicos. Una relación que empezó bien y se pudo gestionar cumpliendo los compromisos originales termina de complicarse por un incumplimiento de la nueva empresa propietaria del proyecto y la incapacidad del Estado por garantizar que la empresa cumpla con las condiciones iniciales del proyecto. Si se respetaban estas condiciones la comunidad y sus dirigentes quedaban desautorizados para una medida de fuerza pero ante el incumplimiento de la empresa se ven empoderados para obligar a una nueva negociación con mayores ventajas para ellos.
La lección que no queremos aprender es que las relaciones comunitarias deben manejarse con el debido cuidado e involucrando a todos los actores relevantes pero sobretodo con la anticipación debida. Así como existen estudios de pre factibilidad económica y financiera deben realizarse estudios de pre factibilidad cultural con profesionales de las ciencias sociales que identifiquen estructuras culturales y sociales existentes. Todo ello con la finalidad de lograr una comunicación y compromiso real por parte de la comunidad con el proyecto.
Pero también tiene que existir un respeto de los compromisos asumidos por todas las partes incluyendo la empresa. El Estado debe velar por ese cumplimiento toda vez que un proyecto de esta magnitud afecta a varias comunidades, teniendo por lo tanto implicancias sociales y económicas que escapan del ámbito de influencia de un contrato privado. Otro tema aparte es la ironía de que las zonas donde existen las mayores riquezas mineras sean a su vez las más pobres del país. Hay una ausencia del Estado en estas zonas pero también una despreocupación de las empresas mineras que priorizan la explotación de sus recursos al menor costo posible sin ningún interés en desarrollar estrategias viables de desarrollo de las comunidades de influencia que en el largo plazo podría beneficiarlas.