«El voto es predeciblemente irracional. En otras palabras, tiene que ver mucho con los sentimientos de entraña, de simpatía; y luego, claro, viene el aparato más racional que le da forma, le pone términos y le da explicaciones«
Roberto Lerner Stein (entrevista realizada en Perú21)
Han pasado pocos días de las elecciones parlamentarias y todavía nos estamos reponiendo de los sorpresivos resultados. Tres partidos no tradicionales lograron encumbrarse entre los preferidos por los electores y los analistas políticos han intentado interpretar las razones de esas preferencias. Las razones van desde el centralismo limeño que se olvida del Perú profundo y más rural que ha sido rebatido en el caso del FREPAP y de Podemos Perú, demostrándose que la mayor cantidad de votos de estos partidos fue obtenida en Lima. En el caso de Unión por el Perú mucha de su
fuerza electoral se encuentra en el sur del país y ciudades como Arequipa, Ayacucho, Puno y Tacna.
Otros argumentos aluden a que la clase tradicional política que nos representó en el parlamento ha perdido credibilidad y confianza del electorado lo que explicaría una reducción significativa de los representantes de Fuerza Popular, la prácticamente desaparición del APRA como fuerza política representativa y la estrepitosa caída del PPC. Es verdad que ha existido una alta fragmentación donde ningún partido ha logrado un porcentaje que lo sitúe claramente como el gran preferido de los votantes. Acción Popular logró el alrededor del 10% de los votos válidos (25 congresistas) frente a por ejemplo el 36% que logró Fuerza Popular (73 congresistas) en las elecciones del 2016.
Sin embargo, hay una corriente de académicos a nivel mundial que consideran que el acto de votar en unas elecciones tiene un gran componente emocional, incluso en el Perú María Gracia Becerra Guillén realizó un estudio en el 2016 que demostró que las emociones tenían un rol importante en el comportamiento político del elector peruano, sobre todo según los análisis realizados la relación era más significativa cuando se trataba de candidatos para elecciones locales. También antes de las elecciones en una entrevista para un diario local el psicólogo Roberto Lerner explicaba cómo el acto de votar no era racional ni aquí ni en ningún país desarrollado, sino que tenía que ver mucho con los sentimientos de entraña, de simpatía; y luego, claro, viene el aparato racional que le da forma, le pone términos y le da explicaciones.
Como interpretando esas manifestaciones irracionales y esos sentimientos expresados en los resultados de estas elecciones me quiero aventurar a tratar de reconstruir los sentimientos que nos atormentan a los peruanos, pero también donde tenemos puestas nuestras esperanzas. Es una interpretación subjetiva y por lo tanto arbitraria, también salida de mis propios sentimientos de entraña, simpatía o antipatía, pero no por eso menos válida como opinión que intenta desentrañar que hay detrás de esos resultados electorales y cuál es el mensaje que podemos extraer.
Primero definitivamente existe una apatía general y falta de entusiasmo por la clase política peruana. Esto generó un gran nivel de ausentismo sobre todo en los distritos catalogados de clase alta y media donde literalmente la gente prefirió aprovechar un día de playa que acercarse a cumplir con el deber cívico.
El FREPAD ha sido catalogada como la gran sorpresa de esta elección, cuyo éxito no fue vaticinada ni por las empresas encuestadoras en sus pronósticos previos. Esta agrupación fundada por Ezequiel Ataucusi hace más de 50 años ha venido realizando una labor silenciosa con comunidades de distritos de las periferias de Lima y también en algunas provincias donde tuvieron buenos resultados en estas elecciones. Es verdad que tienen un plan de trabajo, pero creemos que no todos sus simpatizantes están familiarizados con él. Fue más esa sensación de honestidad e identificación con estos hermanos religiosos, lo que inclinó el voto de muchos beneficiarios de sus programas (apoyo social) y de simpatizantes espontáneos que, a pesar de no ser abiertamente de esa agrupación con bases religiosas, optaron por ellos ante la decepción de la clase política tradicional.
Unión por el Perú canaliza ese sentimiento de frustración que busca soluciones radicales para los problemas del país que gran parte de la población vive en carne propia. No es casualidad que sea el sur del país quien enarbole la bandera izada por Antauro Humala, porque es él quien personifica ese hastío con la clase política y el deseo de poner mano dura y acabar de una vez más con esas lacras y tanto abuso de las empresas (muchas de ellas mineras) que explotan indiscriminadamente sus tierras (según el discurso que es común en las demandas en esta zona del país). Es definitivamente un sentimiento mucho más radical el canalizado por el etnocacerismo y por la astucia de un líder como Virgilio Acuña que supo utilizar la figura de Antauro para lograr una participación interesante de su partido en este nuevo congreso. La izquierda en su lucha fratricida interna parece haber perdido este bastión que antes fue suyo.
En tercer lugar, tenemos al Podemos Perú que liderado por Daniel Urresti (el congresista más votado de estas elecciones) logró que un buen número de sus candidatos ingrese al nuevo congreso. Urresti personifica al hombre que va a luchar de manera frontal contra la inseguridad ciudadana, contra esa delincuencia personificada por los malhechores locales, pero también por ese migrante venezolano que vino a hacer de las suyas en el país, y el cuál se ha convertido para este político en el malo de la película. En el fondo es cierto que existe un nivel de delincuencia producto de venezolanos, pero estadísticamente aún está muy lejano de la delincuencia producida por peruanos, sin embargo, el masivo ingreso de ciudadanos venezolanos ha producido una gran pérdida de empleos en los sectores menos calificados y más populares del país lo que genera un caldo de cultivo para el odio y la violencia.
Urresti es aún un producto de la gran urbe que es Lima, pero con potencial de crecimiento a nivel nacional porque esos mismos problemas de inseguridad y pérdida del trabajo a manos de inmigrantes venezolanos también se repite en varias ciudades del país. Sin duda intentará usar su condición de congresista más votado para lograr la presidencia del congreso y de esa forma generar un amplificador de su mensaje con miras a las presidenciales del 2020. Lo irónico es que el mismo Urresti que se presenta como un paladín de la lucha contra la delincuencia y la corrupción se encuentra envuelto en una investigación por asesinato y el fundador del partido que le dio cobijo, José Luna Galvez también está investigado por presunta corrupción. Es la máxima de el fin justifica los medios traída a la política peruana.
Sentimientos de indiferencia, apatía, rencor, frustración, pero también la esperanza de terminar con la inseguridad y delincuencia del barrio donde vives son sentimientos que pueden definir la decisión de no ir a votar o tu voto por algún candidato. Todos estos sentimientos a veces afloran a última hora e inclinan tu decisión por una u otra opción más allá de un análisis racional o un estudio detenido de las propuestas concretas.
Una respuesta
Oswaldo excelente apreciación y análisis del sistema de votación en nuestra cultura peruana un abrazo que sigan los éxitos,saludos de tu compañero , César Esquiagola Yañez