«La socialización política básica tiene lugar en el seno de la familia«
Antonio M. Jaime Castillo
Este Domingo los peruanos tenemos elecciones extraordinarias de parlamento y se escuchan las mismas quejas tanto en las redes sociales como en conversaciones de mesa, no hay candidatos que satisfagan nuestras expectativas. Tenemos una larga lista de quienes se vieron envueltos en hechos reñidos con la ley, incluso algunos fueron retirados en los últimos días de la carrera electoral por tener sentencias en procesos judiciales. Tenemos también los políticos profesionales acostumbrados a vivir de la política y quienes no tienen ningún reparo en cambiar de bandera (entiéndase partido político) con tal de volver a tentar una nueva opción de seguir viviendo a expensas del erario público. Tampoco faltan aquellos que cometieron hechos de violencia familiar, participaron en hechos reñidos con la moral o en escándalos de todo tipo.
Muchos nos preguntamos qué es lo que mueve a una persona a invertir tiempo, recursos y hasta reputación para ingresar al mundo de la política y definitivamente la respuesta que nos imaginamos no está relacionada a la búsqueda del bien social en la mayoría de los casos. En esta campaña relativamente corta pero ilustrativa de nuestra sociedad hemos sido testigos de hechos de violencia, racismo, discriminación e intolerancia hacia los demás competidores. Ya no interesa si el partido es de derecha, izquierda o centro porque todos se han convertido en cascarones para albergar oportunistas que hasta ignoran la supuesta ideología del partido por el cuál compiten.
Por otro lado, los votantes exigimos a los políticos honestidad, lealtad, valores y decencia en su comportamiento, pero ¿nosotros practicamos en nuestra vida diaria todas esas cosas que exigimos a voz en cuello de ellos? Nos cuesta reconocer que esos políticos son nuestro reflejo, son los hijos de estos tiempos donde las redes sociales se han convertido en un campo de batalla. Allí donde la única regla válida es aumentar la cantidad de likes y ofender al contrincante o simplemente divertirnos con los creativos memes que inundan la red. Es así como nos reímos de nuestros compatriotas y de los desdichados que siendo personas públicas cometieron el error de exponerse a las redes sociales para aumentar su popularidad, pero quienes también al primer tropiezo fueron sacrificados por esas mismas masas anónimas que los exaltaron en su momento.
Hay estudios académicos serios que se vienen realizando hace ya varios años donde se analiza la influencia que tiene la familia en el comportamiento político futuro de los niños. Éstos imitan la conducta de los padres, pero sobre todo adquieren de ellos los primeros valores que regirán su futura vida social. En otras palabras, si nos quejamos del deterioro de la clase política en general algo de culpa tenemos todos como sociedad y como familias. No somos conscientes del rol fundamental que tenemos al moldear esas pequeñas mentalidades, sino que repetimos en casa patrones nocivos (muchos seguramente inculcados por nuestros propios padres) que más tarde repetirán también nuestros hijos como ciudadanos.
La familia que debería ser una fuente de generación de valores morales y cívicos de la sociedad está en crisis. Nos podemos seguir quejando de la falta de candidatos políticos porque consideramos que no representan los valores morales y cívicos ideales, pero también debería preguntarme si yo y mi vida familiar representamos esos valores que tanto añoramos y reclamamos.
En el fondo el desencanto con la política y nuestros políticos es un desencanto con nosotros mismos. Es como cuando nos vemos en el espejo y no nos gusta reconocer esos kilos de más o las arrugas que ya afloran en nuestros rostros. El primer paso siempre será reconocer esas imperfecciones antes de iniciar cualquier cambio significativo en nuestra sociedad.
Mañana debemos cumplir con nuestro deber cívico y tenemos la responsabilidad de apoyar a la persona que en medio de tanto candidato creamos que representa a esos valores que anhelamos, sin embargo, la tarea puede ser ardua porque la gran mayoría se parece a nosotros mismos cuando decimos que a veces hay que hacer excepciones, que el fin justifica los medios y un sinfín más de excusas para justificar el soborno a un juez, una propina al policía de tránsito o decirles una mentira blanca a nuestros hijos.
Hoy poco podemos hacer más allá de informarnos y tratar de elegir a los mejores (aunque en el fondo no se parezcan tanto a nosotros) pero para el futuro el reto es mayor la tarea empieza en casa, con ejemplo y con educación.
2 respuestas
Buenas Tardes Sr. Morales
Le escribo a nombre de la Organización Talentum Perú
Nos gustaría contactarmle para poder invitarle como Ponente a nuestro evento a realizarse a fines de Febrero en la Ciudad de Trujillo.
Hola José, escribeme a mi correo electrónico (omorales@esan.edu.pe).
Saludos,
Oswaldo