«Tenemos una nueva generación de peruanos, con más oportunidades y más instalaciones deportivas. Lima 2019 ya ha demostrado que el Perú puede hacer grandes proyectos»
Carlos Neuhaus
Desde el momento en que se clausuraron los Juegos Panamericanos en Toronto y se anunció que la ciudad de Lima sería la próxima anfitriona soñé con la posibilidad de ver a esos atletas de primer nivel de toda América en nuestro país, después ocurrió lo que ya conocemos sobre los problemas en la asignación del presupuesto y las demoras en el inicio de las obras, hechos todos que amenazaron con hacernos perder la sede. Finalmente y contra la oposición de un grupo personas y autoridades políticas se logró hacer realidad estos juegos Panamericanos en Lima.
He tenido la suerte conjuntamente con otro grupo de privilegiados compatriotas de vivir de forma directa estos Juegos Panamericanos, porque pude adquirir algunas entradas para observar disciplinas deportivas que nunca había visto en vivo antes pero que despertaban mi curiosidad e interés. Hubo por supuesto algunos deportes populares por la cantidad de buenos atletas y equipos que vinieron, a los que no alcancé a lograr un cupo a pesar de intentar la compra el segundo día que las entradas se pusieron a disposición. Este fue el caso del básquet por ejemplo que tenía al equipo de EEUU como unos de sus animadores y a pesar de no ser el equipo de la NBA, igual despertaba interés bien acompañados de verdaderas potencias latinoamericanas como Brasil y Argentina.
Disfruté de disciplinas como la gimnasia artística, natación artística, bádminton y atletismo. Pude contemplar el nivel superlativo de EEUU seguido por otras potencias americanas como Brasil, México, Cuba y Canadá. Los peruanos en las disciplinas que se esperaba pudieran destacar lo hicieron con creces y los otros competidores nacionales también compitieron con honor haciendo su mejor esfuerzo y recompensados por el aplauso popular que no dejó de alentarlos en todas las sedes.
Es difícil no sentir orgullo al contemplar esa infraestructura deportiva de primer mundo y que antes solo pude observar con algo de envidia a través de la televisión en competencias internacionales. La sede de la Videna es impresionante con sus multideportivos, su velódromo, piscinas olímpicas y su estadio atlético totalmente renovado. Villa El Salvador también tiene lo suyo con ese moderno multideportivo así como en todas las otras sedes de estas competencias se pueden observar escenarios increíbles para practicar deporte. La inversión deportiva ha sido millonaria pero sin el impulso y la presión de ser organizadores de un evento de esta magnitud nunca se hubiera logrado destinar un presupuesto tan alto para infraestructura deportiva. Definitivamente habrá un antes y un después para el deporte peruano después de estos Panamericanos por esta infraestructura pero también por el crecimiento del deporte peruano reflejado en la obtención de medallas.
A nivel de la gente también hay un impacto positivo en diferentes aspectos. Se ha generado un espíritu de apoyo a los deportistas peruanos y orgullo por haber logrado llevar adelante la organización de unos juegos de esta magnitud. El día de la ceremonia de inauguración muy emocionado y escuchando la letra de la canción cariñito o viendo cantar juntos a Diego Flores y Chabuca Granda gracias a la tecnología me convencí como otros peruanos que sí se puede, y que cuando nos proponemos algo podemos estar a la altura de las circunstancias.
Hoy que estamos a unos días de que terminen estas dos semanas de disfrute deportivo me atrevo a soñar que en unos años más Lima será sede de las olimpiadas, la más grande de las fiestas deportivas del mundo. Puede parecer atrevido mi anhelo pero considero que no es imposible. Revisando los casos de otras ciudades del mundo que también acogieron a los Juegos Panamericanos hay dos que me llaman la atención poderosamente, porque ellos representan la prueba de que mi sueño no es una quimera y puede volverse realidad si nosotros los peruanos lo decidimos y se dan las circunstancias adecuadas.
Me refiero a los casos de Ciudad de México que albergó los Juegos Panamericanos el año 1,955 y trece años después, en 1,968 albergó las olimpiadas; y también al caso de Río de Janeiro que en el año 2,007 albergó también los Panamericanos y nueve años después a las últimas olimpiadas en el 2016. Me atrevería a decir que uno de los puntos más críticos para que una ciudad sea sede de una olimpiada es la infraestructura y nosotros ya la tenemos, así que hay que conservarla. Si logramos en unos años organizar una olimpiada, considero que el retorno de la inversión realizada no solo en lo deportivo a largo plazo sino también en lo económico sería mucho mejor.
Hoy me siento contento de haber disfrutado de un espectáculo deportivo de primer nivel y creo que soñar con las olimpiadas en Lima vale la pena.