El adiós a un pata

«No sé si es justo, solo sé que es cierto”

Daniel Peredo

Esa noche del miércoles 15 de noviembre del 2017 cerca de la media noche me encontraba como treinta millones de peruanos celebrando la clasificación de la selección de fútbol a un mundial después de 36 años. Hubo lágrimas, abrazos, sonrisas y la emoción tuvo licencia para desbordase por tamaña alegría. Por fin podíamos dar vuelta a la página y reemplazar nuestros viejos álbumes de figuritas con los héroes del 70, 78 y 82. Toda una generación de peruanos aún no nacía o éramos muy pequeños para recordar con nostalgia alegrías que vivió la generación de nuestros padres con esas hazañas.

Ese día con mi camiseta blanquiroja me sentía más peruano que nunca y como muchos no nos cansábamos de ver en la televisión la repetición de los goles que nos permitieron clasificar al mundial. “No nos iban a aguantar, ¡arriba Perú en 28 minutos!” se escuchó decir al narrador después del primer gol de Farfán. A continuación y aún emocionado gritó “no hay mal que dure 36 años ni fútbol peruano que lo resista”. Al finalizar el partido y con lágrimas en los ojos sentenció “volvemos al mundial”.

Esa voz emocionada que nos había relatado ese trascendental partido era la de Daniel Peredo, periodista deportivo que con su estilo sobrio, su gran capacidad de comentarista y sus acertados análisis futboleros se había convertido en el compañero de mi generación, en nuestro “pata”. Somos un grupo de peruanos que convivió permanentemente con la desilusión del fracaso futbolero y la frustración de no haber visto con nuestros propios ojos al Perú en un mundial más allá de esos recuerdos borrosos de la niñez.

El representaba al eterno optimista del fútbol peruano que a pesar de los fracasos constantes siempre estaba dispuesto a renovar su amor con la selección de todos. En la pasada eliminatoria habíamos sido eliminados pero ya nos encontrábamos llenando de nuevo el remozado estadio nacional con la ilusión de que esta vez sí conseguiríamos el ansiado pasaje al mundial. Así era Daniel, un tipo carismático a pesar de su look de intelectual un poco tímido que lo diferenciaba de la arrolladora personalidad de otros colosos relatores deportivos de antaño como Pocho Rospigliosi, Humberto Martínez Morosini y Luis Angel Pinasco.

Daniel no llegaba a tener un registro vocal tan alto pero se las ingeniaba para transmitir emociones en sus relatos y para nosotros, que estábamos acostumbrados a su estilo por años, lograba conmovernos y sin darnos cuenta se convirtió en la voz de nuestra selección. Estoy seguro que él vivió con especial alegría esta última clasificación pues ¿qué otra ilusión más grande puede tener un relator deportivo en cualquier parte del mundo que poder transmitir a sus connacionales la participación de su equipo en la cita más importante del fútbol?

Ese amigo al que no conocimos personalmente pero que sin embargo lo considerábamos tan cercano nos ha dejado. Cuando nuestra selección empiece su participación en el mundial extrañaremos su voz y esa emoción que nos transmitía. En ese momento seguro que el estará desde el cielo con micrófono en mano alentándonos y repitiendo una de sus frases ícono “gloria al Perú en las alturas”.

Toda muerte inesperada de una persona que está en la mejor etapa de su vida nos pega fuerte y nos recuerda lo transitorio de la vida. Alan Diez, uno de los muchos amigos que tenía Daniel se quiebra frente a un micrófono en su programa de radio al anunciar la noticia y en un arrebato de emoción pronuncia estas palabras: «lo que le ha pasado a Daniel, me puede pasar a mí mañana o a cualquier otro oyente que está en sintonía del programa. Por favor, disfruten de la vida, sin excesos. No duden un segundo en abrazar a sus viejos».

Adiós mi pata, estoy seguro que estás en el cielo esperando a que ruede la pelotita como la llamabas para dar inicio al primer partido de nuestra querida selección en el mundial de Rusia. Para finalizar como tu dirías…”un consejo de pata”…vive con intensidad la vida que… “otro gol va a haber”.

 

 

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